He querido escribir esta entrada porque me acuerdo de cuando yo empecé a ir a clases de canto, donde mi profesor seguía un libro de ejercicios e íbamos por orden haciéndolos todos.
En aquel momento pensé que estaba muy bien que existiera ese libro y que estuviera todo tan reglado, pero al final me desapunté porque ni avanzaba ni sentía ningún tipo de efecto de las clases en mí.
Eso era porque los ejercicios que me estaba enseñando no estaban específicamente pensados para mí, para solucionar los problemas que yo tenía en ese momento.
¿Cómo se genera un ejercicio de canto?
Cuando yo pienso en un ejercicio que darle a mi alumno, no elijo lo primero que se me ocurre. Por mi cerebro hay una secuencia de pensamientos que finalmente me lleva a darle el ejercicio.
#1: ¿Qué estoy oyendo?
Primero tengo que escuchar lo que hace el alumno y apuntarme mentalmente los errores que escucho.
Generalmente hay más de un error. A veces un error causa otro o viceversa.
Así que hay que elegir.
Con los años me he dado cuenta de que si intentas arreglar todos los problemas que escuchas en un solo ejercicio, va a ser incompleto.
Lo que sí puedes tener en cuenta es qué puede funcionar mejor teniendo en cuenta que también le pasa esto o lo otro.
Lo que suele pasar también es que al solucionar una dificultad las demás también se arreglan o al menos mejoran mucho.
#2: ¿Qué debería solucionar primero?
Como hay que elegir, la respuesta es muy obvia.
Lo primero que hay que arreglar es la dificultad más grave, la que podría provocar daños.
Una vez decidido esto, voy a poder generar el ejercicio con un objetivo en mente.
Hay alumnos que funcionan mejor cuando compartes ese objetivo con ellos, porque a veces, saber ese objetivo les ayuda a no probar otras cosas a la vez.
Pero también hay alumnos que funcionan al revés, les va mejor no saber lo que tienen que buscar y dejarse llevar sin pensar en nada. Porque saberlo les lleva a buscarlo activamente, causándose tensiones, en lugar de dejar que el ejercicio funcione por sí mismo.
Con el tiempo, un profesor va conociendo a la persona en cuestión para saber si es de las primeras o de las segundas o si depende del objetivo funcionan mejor sabiéndolo o sin saberlo.
Yo generalmente intento no decirlo a no ser que vea que no está funcionando cuando debería hacerlo. Si eso pasa es porque el alumno tiene en mente otro objetivo que no coincide con el mío.
Así que hay que ponerse de acuerdo, ¡porque somos un equipo!
#3: ¿Qué diferentes ejercicios pueden solucionar esto?
Tengo un abanico de vocales, consonantes, escalas… y sabiendo las propiedades de cada una de estas herramientas, busco la mejor combinación para solucionar lo que estoy escuchando. A veces me tengo que poner creativa porque una escala puede funcionar, pero haciendo alguna modificación.
#4: Y lo pongo a prueba
Si funciona, sigo por ahí y si no, analizo lo que ha pasado y cambio a otro ejercicio siguiendo el mismo proceso.
Es un proceso que requiere que estés al 100% en la clase y agota bastante, pero a mí me encanta, porque es como resolver un acertijo. Es muy emocionante ver cómo funciona todo el proceso mental que has hecho.
Así que yo, sin duda, prefiero mil veces generar los ejercicios de esta manera que seguir los ejercicios que hay en un libro de texto.
Y no sólo por mí como profesora, que seguro que me aburriría un montón siguiendo los ejercicios de un libro sin tener ningún tipo de reto mental, sino también por el alumno.
Es infinitamente mejor para el alumno que los ejercicios estén enfocados a solucionar el problema más grave que pueda tener.
Imagínate, es como si yo voy al gimnasio para perder peso y me hacen mover el dedo meñique del pie en lugar de un entrenamiento integral.
¿Y tú qué tipo de entrenamiento haces?
Gracias Esther, sin duda son de gran ayuda tus recomendaciones para el mejoramiento de nuestro aprendizaje.
Cordial saludo.-
Gracias a ti por tu comentario! 🙂