¡Semana especial de Halloween en El Sensei del Cantante llena de sorpresas!
Bueno, llena tampoco, pero sí dos sorpresas muy chulas (¡o eso esperamos!):
- ¡La primera es que esta semana hay dos episodios de El Sensei del Cantante!
- La segunda es que a partir de hoy añadiremos una transcripción de los episodios al final de cada entrada como esta, justo después del reproductor de audio.
¿Quieres acompañarme en este tenebroso viaje? 🙂
¿Qué cosas terroríficas vas a aprender en este episodio?
- Tendrás que atreverte a darle al play para averiguarlo
Ahora también puedes seguir el podcast El Sensei del Cantante en Apple Podcasts, Google Podcasts, Spotify, Amazon Music y SoundCloud, desde tu navegador o smartphone.
Transcripción del episodio
Miedos por aquí, miedos por allá, miedos de aquí, miedos del más allá, …
Siempre hay miedos, por todos lados, y es nuestro trabajo enfrentarnos a ellos para seguir adelante.
Este es un tema importante y como coincide con Halloween te hemos preparado dos episodios para esta semana, siendo este el primero.
Con estos episodios queremos ayudarte a vencer algunos de los miedos más comunes entre los cantantes, si es que los tienes.
Miedo #1: Miedo a dañarte la voz y no poder cantar más
Este es el miedo number one por excelencia.
¿Qué podría ser peor que perder tu voz?
Pero aunque es perfectamente posible, dañarte la voz de manera grave no es cosa de dos días.
Para eso debes abusar durante un tiempo considerable y con bastante mala leche.
A medida que te haces más mayor el aguante de tu voz irá disminuyendo, pero eso tampoco te da luz verde a hacer locuras vocales mientras seas joven.
Porque no te estoy diciendo que abuses de tu voz.
Lo que te estoy diciendo es que ese miedo a dañar tu voz de cualquier forma puede jugar en tu contra.
Viene muy bien para tener en cuenta los cuidados de tu dieta, no gritar, estar atento a cualquier molestia que tengas en la voz, … pero puede convertirse en un auténtico calvario si se convierte en tu centro de atención permanente.
A veces una pequeña molestia no es más que el principio de un resfriado en vez de aquel momento de ayer, cuando alzaste la voz un segundo para llamar a tu amigo.
Tu voz no es como una muñeca de porcelana que se pueda romper al más mínimo golpe.
Es más bien como un peluche, que aunque sea mucho menos frágil, lo cuidas con cariño y disfrutas de él.
Sólo tienes que tener cuidado de que no lo cojan tus gatitos si quieres que sobreviva…
Miedo #2: Miedo a perder lo que has conseguido
Si eres de los que se preocupan por su técnica vocal y de hacerlo todo bien, este miedo puede ser fuerte en ti, y está un poco relacionado con el miedo anterior.
Este miedo también puede aparecer si nunca has tenido mayores problemas vocales pero últimamente los estás teniendo y estás poniendo todo de tu parte para solucionarlos.
En este punto, hacer cosas que se salgan de las reglas que te han establecido es algo impensable, y en realidad eso es algo bastante bueno, pero cualquier inflexibilidad puede jugar en tu contra.
¿Por qué? Por una sencilla razón: tienes que crecer junto a tu voz.
Me explico con un ejemplo. Hablaremos de mi amigo imaginario, Armando Jaleo:
Pongamos que a Armando le cuesta llegar a las notas agudas y lo que hace es utilizar mucha fuerza para cantarlas. En realidad las grita.
Después de un tiempo así siente que se queda sin voz y le duele el cuello.
Pues bien, se pone a trabajar para dejar de gritar, y decide hacerlo empezando por bajar el volumen en las notas agudas, atacando el problema con un sonido muy débil.
Como puedes ver, el caso de Armando es un caso clásico.
Bueno, después de un par de meses así, Armando ha conseguido deshacerse del reflejo que tenía de gritar en las notas agudas, pero ahora debe trabajar en recuperar su volumen, y es donde el miedo a perder lo que ha conseguido aflora.
Para conseguir ese volumen, Armando no tiene más remedio que añadir tensión vocal, una tensión vocal correcta y necesaria que nada tiene que ver con esfuerzos innecesarios, pero tiene miedo a perder todo el trabajo que ha hecho hasta ahora y volver a tener molestias en la voz.
En este punto Armando tiene dos opciones:
- Seguir trabajando siempre a bajo volumen, con lo que se quedará estancado y cuando tenga que cantar a más volumen o bien se hará daño o bien la voz no le saldrá, porque no sabrá cómo hacerlo.
- Arriesgarse y salirse un poco de las reglas añadiendo un poco de fuerza.
A Armando le vendría genial elegir la segunda opción, porque aunque él crea que eso es romper las reglas, en realidad no lo es, pero así lo cree debido a sus malas experiencias anteriores.
Lo que te quiero explicar con este ejemplo es que no debes temer probar cosas nuevas y ver qué tal te resulta, aunque sean cosas que creas o te hayan dicho que no son buenas.
Primero porque de la misma forma en que no puedes mejorar tu técnica de la noche a la mañana, tampoco puedes perderla en poco tiempo, a no ser que hagas MUCHO el burro.
Y segundo porque con la voz todo son percepciones, y las percepciones engañan un montón.
No debes tener miedo a añadir un poco de algo aquí, o a quitar otro poco de algo allá.
Cuantas más cosas pruebes, más referencias sensoriales tendrás para poder elegir mejor el camino que quieres seguir.
Miedo #3: Miedo a olvidarse de la letra en medio de una canción
Imagínate que estás en pleno concierto.
Acabas de acabar tu cuarta canción y va a empezar la quinta.
El piano empieza a tocar su introducción y te preparas para entrar, cuando de repente no te acuerdas de la primera frase de la letra.
La solución más obvia sería haberle dedicado más tiempo a aprenderte la canción, pero a veces ocurren lapsus como estos.
Si la letra está en un idioma diferente al de tu público, puedes apostar por cantar algo que se le parezca y lo más probable es que a los pocos segundos la letra te venga a la cabeza y puedas continuar sin demasiado problema.
Si eso no se te da bien pero tienes un carácter divertido y el concierto que estás haciendo no es para la reina de Inglaterra o algún evento igual de importante, puedes hacerle señas al pianista para que pare de tocar e informar amablemente al público de que simplemente se te ha olvidado la letra.
Ten preparada la letra a mano por si ocurre una emergencia así y échale un vistazo en ese momento.
Si lo haces con humor seguro que la gente se lo pasa bien y lo aprecia.
Miedo #4: Miedo a no saber qué decir en un concierto
Otro miedo relacionado con las actuaciones son los espacios entre canción y canción.
Por algún motivo, supongo que por el hecho de que el cantante es el que tiene el micrófono, el cantante es quien tiene la responsabilidad de hablar con el público en esos momentos.
Puede parecer fácil, pero la verdad es que no lo es.
Aunque estés acompañado de instrumentistas, en ese momento te sientes completamente solo, con una masa de gente de 50, 100, 200, … o 10 personas delante.
No importa cuántas, siempre son demasiadas.
Aunque suene artificial, una buena idea es prepararte lo que vas a decir exactamente en los huecos entre canciones.
Hazlo parte de tu actuación: por un lado tienes las letras de las canciones y por otro las letras de tus pequeños discursos, por llamarlos de alguna forma.
Puede que al principio no te sea natural, pero por una parte es mejor eso que no quedarte en blanco y arriesgarte a decir alguna tontería que ofenda a alguien.
Esto pasa mucho con los nervios.
Por otra parte, cuando hayas hecho esto 3 o 4 veces, te empezarás a sentir mucho más cómodo en esa situación y cada vez necesitarás menos seguir esos guiones que te haces, y tu personalidad hará el trabajo por ti.
Eso te vendrá muy bien cuando ocurran imprevistos, como que a tu guitarrista se le rompa una cuerda o que a tu batería se le rompa un parche.
¡Improvisar es una habilidad que no tiene precio!
Miedo #5: Miedo a no servir para cantar
Este miedo se parece al miedo a no poder mejorar tu voz, pero no es lo mismo.
Va un poco más allá.
Aquí no te estás planteando si vas a perder lo que tienes.
Te estás planteando si alguna vez vas a poder tener algo.
De esto hemos hablado mucho en nuestro blog y en este podcast, concretamente en el episodio 1 de El Sensei del Cantante.
Pero aunque lo hayamos dicho mil y una veces, seguimos recibiendo preguntas sobre ello, así que no está de más volver a comentarlo, aunque sea por encima.
En teoría, cantar es muy fácil.
No es más que utilizar una serie de músculos en concreto de la forma correcta y de forma sincronizada.
En esa definición entra la afinación, el tono, el rango vocal, … todo.
Pero está claro que no es fácil hacer eso tan sencillo.
Aun y así, está aún más claro que cantar no es cosa de magia.
Si al final se trata de mover músculos de una forma en concreto, ¿por qué piensas que tú no puedes aprender a hacer eso?
Toda actividad física se basa en ese mismo principio, y está claro que has podido aprender a caminar, escribir a mano, escribir con el ordenador, a saltar a la pata coja, …
¿Te has parado a pensar lo complejo que es saltar a la pata coja?
El peso de tu cuerpo de repente se distribuye de forma diferente, pero automáticamente utilizas el resto del cuerpo para compensar esa diferencia y mantenerte en equilibrio.
Y no sólo en equilibrio, ¡sino que encima saltas!
También puedes aprender a utilizar tus músculos vocales.
Tardarás más o menos, un año o una docena de ellos, pero no tienes por qué pensar que cantar no es algo para ti.
Es verdad que hay personas que en mayor o menor medida tienen un don para cantar, ¿pero qué importa?
Puede que no te hayan dado ese don, pero sí puedes trabajar para ganártelo.
Si necesitas ayuda con esto, no dudes en echarle un vistazo a nuestro programa de entrenamiento para aprender a cantar.
¡Muchas gracias por transcribir los podcasts! A mí me resulta muy conveniente, ya que a veces me queda más cómodo escuchar (por ejemplo cuando estoy en bici :P) y en otras ocasiones es más ágil leer.
Qué bien, Ángela! La verdad es que llevábamos tiempo queriendo hacerlo, pero más vale tarde que nunca 😀
Vigila que el Sensei no te rompa la cadena de la bici, que le gustan esas cosas… ¿por qué? Creo que nunca lo sabremos…