Hay problemas que realmente son difíciles de resolver.
Y gente muy, pero que muy lista que los resuelve.
A mí me parece increíble que sepamos de qué materiales están hechas las estrellas, ¡por ejemplo!
Pero a veces hay cosas que son más sencillas y que complicamos por el simple hecho de que no pueden ser tan fáciles porque parecen difíciles.
Cantar es una de esas cosas.
La mecánica es realmente sencilla, pero tendemos a complicarla y hacer que sea más difícil de lo que es.
Pero como siempre, el Sensei del Cantante te lo quiere poner fácil.
¿Qué ecuaciones desentrañarás en este episodio?
- Qué te lleva a complicar tu manera de cantar
- Cuáles son las complicaciones más comunes que hacemos
- Cuál es la solución más sencilla para cada problema
- Que nunca debes dejar unos brownies sin vigilancia…
Y ahora que ya sabes que esto está tirado, ¡a practicar cantando villancicos!
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Imagen original: Algunos derechos reservados por procsilas
Transcripción del episodio
A menudo, las cosas que tienen una solución sencilla las tendemos a complicar cuando en realidad, la solución más simple suele ser la más eficaz.
Yo lo pagaré caro este fin de año, porque tendré que comer uvas en lugar de brownies, pero bueno… ¡lección aprendida!
El caso es que con el canto pasa algo parecido.
Hay varias maneras de hacer que cantar sea más difícil de lo que en realidad es y muchos de nosotros caemos en ellas.
Así que el objetivo del episodio de hoy es explicarte algunas de estas cosas que hacemos de más para complicar la simplicidad del canto y así ayudarte a que las evites.
Aunque para dar coherencia a mis teorías, te voy a explicar primero por qué hacemos esas cosas que nos complican la vida.
¿Por qué hacemos el canto más complicado de lo que es?
Porque tenemos un cerebro.
Ese cerebro… ¡tan útil para algunas cosas, pero que nos fastidia para otras!
Y nuestro cerebro, cuando se le plantea una cuestión, a menudo le da vueltas y vueltas, tardando en encontrar la solución más simple.
Por eso hay tantos chistes y acertijos que juegan con eso.
Recuerdo haber visto un experimento de un mono al que le ponen un cacahuete en un tubo alargado y como lo “pesca” llenando el tubo de agua.
Por lo visto, hacen el mismo experimento con niños y todos buscan herramientas con las que cogerlo, pero ninguno piensa en el agua.
Están buscando una solución más complicada de lo que deberían.
En el canto, tenemos una idea preconcebida de cómo tenemos que cantar, así que manipulamos los elementos que intervienen en la producción del sonido para buscar ese resultado.
¿Qué tipo de soluciones erróneas encontramos para cantar?
Al cantar utilizamos los mismos elementos que para hablar.
Aire que pasa a través de nuestras cuerdas vocales y genera ondas de sonido que resuenan en las cavidades del aparato fonador.
Hay muchas personas que tienen problemas para hablar y a menudo es porque intentan sonar de una manera diferente a cómo suenan de manera natural.
Más fuerte, más flojo, más duro, más suave…
Para cantar pasa igual y de hecho, hay veces que personas que no tienen problemas al hablar los tienen al cantar por este mismo motivo.
Las soluciones que buscamos son manipular alguno de los elementos involucrados en el proceso de creación de la voz.
El aire
Como nos machacan tanto con lo de que la respiración es la base del canto y con que hay que aprender a respirar para cantar, este es uno de los elementos más manipulados.
Lo que suele pasar es que tomas mucho más aire del que necesitas y lo envías a más velocidad de la necesaria para sonar más fuerte.
Esto genera un desequilibrio que te complica la vida, porque para recuperar el control sobre tu voz te ves obligado a utilizar elementos nuevos que no deberían entrar en la ecuación, que son los músculos externos de la laringe, los músculos del cuello.
Luego está el problema contrario, que es enviar demasiado poco aire.
Esto le suele pasar a las personas muy tímidas, que tienen miedo a llamar la atención.
Lo que les suele pasar es que se les escucha demasiado bajito.
Recuerda: La mejor solución es siempre la más sencilla. Tienes que respirar normal, como cuando hablas, sin poner atención en ello.
Piensa que es un proceso que nuestro cuerpo hace automáticamente desde que nacemos, para sobrevivir.
Y si no lo hacemos, el médico nos da un cachete en el culo para que empecemos a hacerlo cuanto antes.
Así que no es algo que tengas que intentar controlar.
Lo único que debes saber es que sí puedes enviar el flujo de aire a más o menos velocidad, como cuando inflas un globo de esos pequeños y alargados, que si no soplas fuerte no se inflan ni a tiros.
Si quieres aumentar el volumen tienes que enviar el aire a más presión, aunque todo lo demás tiene que mantener el equilibrio.
Por eso siempre insistimos en que aprendas primero a conservar el equilibrio de tu voz a poco volumen y vayas incrementando poco a poco cada elemento si quieres más volumen.
Las cuerdas vocales
Para controlar la tensión y el grosor de las cuerdas vocales utilizamos músculos, que son sobre lo que tenemos control directo, aunque ese control no sea consciente como en el caso de la mano.
No pensamos: “voy a soltar los músculos aritenoideos”, sino que pensamos “voy a poner la voz más ligera” o “quiero tener una voz más suave”.
El caso es que si manipulas tu voz de una manera u otra, de nuevo te estás complicando la vida.
A ti te da la sensación, la mayoría de veces inconscientemente, de que tu voz va a sonar más bonita si la haces más ligera o más suave y sin saberlo utilizas de manera incorrecta tus músculos.
Lo que pasa en estos casos es que tu voz suena más airosa porque esos músculos en concreto son los que hacen que tus cuerdas vocales se junten o se separen, en el grado que sea.
Y tu voz pierde el equilibrio de nuevo.
Necesitas respirar más a menudo porque te quedas antes sin aire, se te va irritando la garganta, te cuesta aumentar el volumen desde ese punto y cuanto más agudo intentas cantar, más airosa se vuelve tu voz…
Lo más sencillo aquí sería utilizar tu voz hablada en esas notas graves y si quieres sonar más suave, reducir la presión de aire.
Mira esta frase cantada de las dos maneras y fíjate cómo en el primer ejemplo, que es poniendo la voz más suave a propósito la voz pierde redondez:
Now I will tell you what I’ve done for you, fifty thousand tears I’ve cried.
- Cantada con la voz ligera
- Cantada con la voz hablada
Por el contrario, si lo que quieres es hacer que tu voz suene más fuerte o más potente en las notas agudas sueles pensar que tienes que intentar aguantar todos los músculos como están en las notas graves y simplemente aumentar la presión de aire.
En lugar de la solución más sencilla, que es dejar que el cuerpo haga el ajuste muscular necesario.
Esto te hace caer de nuevo en el desequilibrio vocal.
Como no estás utilizando los músculos que tocan, tendrán que entrar en funcionamiento músculos que no deben.
Porque ese aire de más requiere resistencia.
Esto hará que tu voz suene estridente, que desafines, que sientas molestias musculares, que te pongas rojo…
En definitiva, que te compliques la vida.
Te pondré un ejemplo de dos frases cantadas de las dos maneras para que veas a lo que me refiero.
En la primera cantaré aumentando la presión de aire sin permitir el cambio y en la segunda sí lo permitiré:
I’m going under, drowning in you
- Notas agudas sin permitir el cambio
- Notas agudas permitiendo el cambio
En resumen, que lo más sencillo es escuchar a nuestro cuerpo.
En las notas graves no intentar hacer nada diferente a cuando hablamos y en las notas agudas permitir los cambios que nuestro cuerpo nos pida.
Valeeee… esto es difícil.
A menudo me preguntan: “¿cómo sé cuándo tengo que hacer el cambio?”
La respuesta es: a base de práctica.
Porque estos cambios no son muy naturales para nosotros, pero debes concentrarte en escuchar lo que tu cuerpo quiere hacer y practicar para dejarle hacerlo.
Seguramente al principio sentirás estos cambios muy abruptos, pero debes resistirte a intentar controlarlos y practicar para acostumbrarte a ellos y que se conviertan en algo natural.
Los resonadores
El último elemento manipulable son los resonadores.
Y de nuevo suele ser por culpa de las ideas preconcebidas.
Porque nos dicen cosas como que tienes que llevar el sonido a la máscara.
Eso te puede llevar a modificar las cavidades de tu aparato fonador tratando de dirigir las ondas de sonido hacia ese lugar.
Tensas la lengua, controlas el paladar, subes tu laringe, inmovilizas tu mandíbula o aprietas los músculos del cuello.
Cuando la solución es tan sencilla como dejar que un tren circule por sus vías.
Recuerda: No debes hacer cosas como intentar buscar un sonido o controlar la dirección de tu voz.
Todo eso pasará solo y de manera natural si tú no haces nada para impedirlo.
Hay muchos más posibles resultados a todos los cambios que hacemos buscando posibles soluciones para nuestro cuerpo, pero ¡son tantos que podría escribir un libro!
Y lo que realmente importa es que te quedes con la idea principal, que no tienes que intentar buscar nada que tu cuerpo no haga de manera natural y entonces cantar será mucho más fácil.
He leído estos artículos y me han sido de mucha utilidad también utilizó la app y ya estoy empezando a caminar en el canto.
Paso firme y sin pausa! 🙂
Me pareció muy útil la explicación, pero nada fácil ponerlo en práctica sin alguien que te esté guiando.
Claro Hugo! Siempre es más fácil todo si alguien te guía! 🙂
Felicitaciones, Esther!
Gracias!!
Bien explicado.
Gracias!