Los dolores en la voz no son divertidos, y pueden llegar a ser un poco agobiantes.
Hay mucha gente que los padece, pero no es algo que deba ser normal.
No estoy hablando sólo de dolores o molestias al cantar, también de dolores y molestias al hablar.
Si sientes ese tipo de molestia constante y punzante en tu cuello, quiero que me acompañes en este tour para tratar de aliviarte.
Empieza revisando tus nervios
Me refiero concretamente a situaciones que tu cuerpo pueda identificar como “peligrosas”.
Como por ejemplo:
- Hablar en público
- Hablar con una persona en concreto
- Hablar con alguien que no escucha lo que dices
- Tener que darle una mala noticia a alguien
- No querer hablar con alguien
No son situaciones donde tu vida corre peligro, pero por una razón u otra tu cuerpo las puede interpretar como tal:
- Peligro a cometer un error
- Peligro a que rechacen tu idea, tu proyecto, tú persona, …
- Peligro a no captar la atención y perder una oportunidad
- Peligro a ser el causante de emociones negativas
- Peligro a causar una situación incómoda
Cualquier situación que tu cuerpo interprete como un peligro va a causar que tu cuerpo entre en modo estrés (en mayor o menor medida).
Eso, entre otras cosas, hará que tu cuerpo se tense, incluido tu cuello, laringe, etc.
Si esa tensión es constante, incluso sin llegar a hablar puede provocarte molestias en la voz, pero si además tienes que hablar, poco a poco te irá afectando negativamente.
Solucionar esto es difícil.
Depende de la situación y de cómo sea cada uno, pero está claro que tienes que conseguir relajarte.
Física y mentalmente.
Si no lo haces, cualquier otro intento de evitar dolores al hablar seguramente sea en vano.
Hablas demasiado rápido y coges aire de forma atropellada
Es común no darse cuenta de esto uno mismo, y que si tratas de hablar más despacio te parezca que estés hablando a cámara lenta.
Si puedes, grábate simulando una conversación con alguien, o leyendo algún texto en voz alta tratando de hacerlo como si estuvieses hablando, no leyendo.
Esto es importante, porque normalmente leemos más tranquilamente de lo que hablamos.
A veces hay situaciones que te hacen acelerar el habla sin darte ni cuenta, como por ejemplo hablar con alguien que no te presta mucha atención, como te decía antes.
Si hablas con alguien así o con alguien que siempre te interrumpe, sientes la necesidad de hablar más rápido para poder decir lo que tienes que decir antes de que “se te acabe el tiempo”.
Esto provoca tensión (por eso solemos subir el tono de voz cuando hablamos nerviosamente) y también provoca que cojas aire menos frecuentemente y de forma atropellada.
Todo contribuye a que acumules tensiones, y éstas se acaban convirtiendo en los dolores y molestias de los que te estoy hablando.
¿Bebes suficientes líquidos?
El agua es necesaria para un buen funcionamiento del cuerpo y de la voz.
Si se te empieza a secar toda la zona de la garganta, además de incómodo puede producirte irritación en las cuerdas vocales.
La fricción entre ellas es mayor y la fatiga se genera mucho más rápido.
En este artículo tienes este tema tratado con mucho detalle.
Hablas demasiado fuerte
Utilizar demasiado volumen al hablar puede ser perjudicial.
La parte más evidente es que tus cuerdas vocales reciben una presión de aire más fuerte que deben resistir para generar sonido, pero eso seguramente ya lo sabías.
La otra parte no tan evidente es que no te permites aprender a utilizar correctamente tus cuerdas vocales.
Es como querer levantar 50 kilos sin poder levantar 5 cómodamente.
Para conseguir levantar esos 50 kilos, todo tu cuerpo se va a poner en tensión, porque no tienes la suficiente fuerza para hacerlo sólo con los músculos correctos.
Es entonces cuando aparecen dolores de espalda, de cuello, etc.
Con la voz pasa algo parecido.
El volumen viene a ser los kilos que levantas.
Si siempre estás utilizando más kilos de los que puede soportar, los músculos de alrededor de tu cuello se pondrán tensos para tratar de ayudar.
El resultado es que todos pierden: tus cuerdas vocales y todos los músculos que no necesitas utilizar.
La única forma con la que puedes conseguir más volumen sin sufrir todo esto es empezar por utilizar menos volumen, menos kilos.
De esa forma tienes la oportunidad de sentir lo que es utilizar tu voz sin entrometerte en su funcionamiento correcto, y desde ahí podrás crecer.
Como ves, no digo que no puedas utilizar un volumen alto cuando lo necesites.
Digo que no puedes utilizarlo antes de tiempo.
No puedes correr antes de andar.
No aceptas tu voz tal y como es
¿Sabes eso de tienes que aceptarte tal y como eres para ser feliz?
Pues también se aplica a la voz 🙂
Cuando no aceptas el sonido de tu voz porque te parece muy agudo, o muy grave, o muy suave, o muy lo que sea, queriendo o sin querer empiezas a manipular su sonido.
Ya te hemos hablado con anterioridad de este mal uso de la voz, pero quiero volver a sacar el tema, porque lo considero muy importante.
Por hablar con números, el 99% de las veces en las que cambias el sonido de tu voz lo consigues manipulando los músculos de tu aparato fonador de una forma que no es sana.
De nuevo, generas tensiones por todas partes que sólo consiguen apretar y apretar más.
Y ya sabes cómo acaba eso… con dolores y molestias.
No “le pases el Photoshop” a tu voz en ningún sentido.
Céntrate en hablar de forma relajada, sin manipular nada.
No quiero decir ni que tengas que hablar más suave ni más bajito.
Quiero decir que hablar de forma R-E-L-A-J-A-D-A, sin tratar de sonar más así o más asá.
Cómo último punto a comentar sobre esto, hay personas que tienen tendencia a acabar las frases utilizando vocal fry demasiado frecuentemente, lo cual puede causar daños en la voz.
Para ejemplificarlo, puedes ver este vídeo (si consigues verlo entero, dímelo en los comentarios 🙂 ):
La moraleja una vez más es que utilices tu voz de forma natural y relajada, sin manipular.
Agentes externos
El humo, el aire acondicionado, cambios drásticos de temperatura, …
Todo esto afecta a la voz y está en tu mano evitarlos.
Si nada te funciona…
Todos estos cambios que puedes hacer llevarán su tiempo en instalarse para que sean hábitos.
Mientras tanto, tendrás que gastar energías en poner atención y corregirlo cuando sea necesario.
Así que no tengas prisa.
Deberías notar mejoras rápido, pero no irás de 0 a 100 en, 3 o 4 semanas.
Si ves que no hay forma de que ese dolor se vaya, ha llegado el momento de considerar problemas que están fuera de tu control.
Como las lesiones vocales.
Si sospechas de que algo en tu voz no está bien, visita a un otorrinolaringólogo para hacer un chequeo para salir de dudas.
Y ya sabes: Comparte si te ha gustado 🙂
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